Con frecuencia a la joyería le sobran cosas. Demasiadas. A veces le sobra ostentación, a veces complejidad formal. Con frecuencia es gratuita, amanerada, confusa o recargada.
A nosotros nos molesta lo que está de más. Preferimos que las joyas (con)tengan lo mínimo imprescindible. Todo lo necesario, pero solo lo necesario. Magia, belleza, permanencia, sutileza, imaginación… Que comuniquen (y nos comuniquen a nosotros a través de ellas), pero con el lenguaje mas sencillo posible.
Sin nada de más y nada de menos. Solo con lo fundamental, lo esencial.